El trabajo se ubica en los límites propuestos por el enfoque pragmatista del arte argumentados por el filósofo de la educación John Dewey (1948; 2008; 2010), y posteriormente desarrollados por los teóricos de la educación artística Richard Shusterman (1992) e Imanol Agirre (2005). Para ellos, la vida cotidiana debe ser la fuente principal y final de la experiencia estética y, por lo tanto, la base apreciativa y creativa de la educación artística. La inserción de elementos de la vida cotidiana en el aula de la escuela es un factor determinante a la hora de conseguir un compromiso (engagement) por parte de los estudiantes, pero también del profesorado. A partir de estos conceptos se desarrolla una propuesta de intervención en el aula que aúna la educación artística y la vida cotidiana a través de la utilización de objetos domésticos, cuyo objetivo es aumentar el engagement escolar en sus dimensiones cognitiva, conductual y emocional. Para ello se realiza la revisión teórica de las publicaciones concernientes y un análisis de estudio sobre la práctica artística denominada Cine Sólido (Bouille de Vicente, 2015; 2018), la cual aporta sus principales características a la propuesta de educación artística. Dicha propuesta, combina la interpretación y composición de cualidades estéticas y simbólicas utilizando artefactos banales propios del alumnado; a partir de ellos se configura una especie de escritura jeroglífica material que integra emocionalmente lo doméstico en lo escolar, facilitando un mayor compromiso perceptivo, cognitivo y emocional en la escuela. En definitiva, se trata de poner en práctica las ideas pragmatistas de la educación artística de una manera sencilla y directa.